Voy a ir concluyendo el resumen de este interesante artículo de Baumeister y Twenge y, lógicamente, muchas cosas se van a quedar en el tintero porque es muy extenso. De todo lo que hemos visto se deduce que la Teoría del control femenino es la que mejor encaja en general la mayoría de los datos (y esa es la conclusión del artículo), aunque según qué cosas también pueden ser acomodadas por algunas de las otras teorías o incluso algunos fenómenos pueden ser explicados mejor por una combinación de dos de las teorías. La fuerza de la evidencia es moderada y tampoco vamos a concluir que el tema está más que claro y que ya nos podemos ir a ver la película de la noche. Pero vamos a conceder para efectos de esta entrada que la teoría del control femenino es la que mejor da cuenta de la mayoría de los fenómenos. Aún así, queda un último argumento para defender la teoría del control masculino: no podemos descartar la posibilidad de una influencia distal. De acuerdo, las madres son las que controlan a sus hijas adolescentes o las mujeres son las que más a favor están de las intervenciones de cirugía genital, pero detrás de esta influencia directa puede esconderse la influencia indirecta de los hombres.
Pero antes de tratar esa objeción quería decir algunas cosas sobre un último asunto, el de la revolución sexual. La revista Time proclamó la revolución sexual con un artículo de portada en 1964 y la dio por concluida con otra portada en 1984. Esta demarcación de fechas que hace Time es aproximada, y se puede discutir que empezó o acabó un par de años antes o después, pero nos puede servir como orientación. Lo que sí parece claro es que la que cambió principalmente fue la conducta sexual de las mujeres y que el cambio consistió en una permisividad mayor de las mujeres. Esto implica que la revolución sexual fue una derrota para las fuerzas que conspiraban para suprimir la sexualidad de las mujeres. Si eran los hombres los que buscaban suprimir la sexualidad femenina lo lógico sería esperar que los hombres se comportaran como la parte derrotada: tendrían que mostrar malestar y tener nostalgia de los buenos tiempos en que la sexualidad de las mujeres estaba reprimida.
Pero la evidencia sugiere que han sido las mujeres las que han expresado más remordimientos y dudas acerca de la revolución sexual y son las mujeres las que han mostrado en encuestas una visión más negativa de esa permisividad sexual. Pero entonces ¿por qué ocurrió? Lógicamente es un fenómeno que tuvo muchas causas y es muy difícil extraer una de ellas como la principal. Una evidente fue la disponibilidad de la píldora anticonceptiva (esto no explica el no realizar previamente sexo oral u otras prácticas que no conducen al embarazo). Hay también quien dice que se debió a la penicilina y no a la píldora. No vamos a entrar en profundidad pero sí quería señalar que una de las posibles razones a meter en la coctelera causal es el cociente de sexos de la época. Si este artículo tiene razón, en aquella época había (hablo de EEUU, claro, no es tal vez aplicable a otros países) 80 hombres en edad de casamiento por cada 100 mujeres y ya hemos comentado en la segunda parte de esta serie lo que ocurre con la conducta sexual de las mujeres cuando hay pocos hombres.
Pero vamos ya al tema principal de esta entrada. Decíamos que los hombres podrían llevar el control en la sombra. Podemos pensar en la religión como ejemplo. La religión suele transmitir un mensaje de restricción sexual y los líderes religiosos y sacerdotes en las principales religiones son o han sido hombres. Un primer problema es que en todo el mundo las mujeres son más religiosas que los hombres y van más a misa (muchos hombres que van a misa suelen ir llevados por sus mujeres). Históricamente, durante el imperio romano fueron las mujeres las que lideraron la conversión al cristianismo superando a los hombres en número en las primeras congregaciones y fueron las que llevaron a sus maridos y otros hombres a la nueva fe. En algunos estudios se ve también que la que transmite la influencia de la iglesia a las mujeres es la madre.
¿Pero es creíble la influencia en la sombra de los hombres en general? La verdad es que no lo parece. Para empezar, acabamos de comentar lo que ocurre cuando el cociente sexual favorece a los hombres: cuando los hombres pueden ejercer un control directo de la sexualidad femenina optan por más sexo, no por menos. Por otro lado, creer que millones de mujeres en el mundo reprimen su sexualidad por los grandes poderes mentales de los hombres que las convencen con ideas y las realizan un lavado de cerebro de manera que no son capaces de pensar por sí mismas creo que es tratar de tontas a las mujeres y es muy poco creíble.
Una variante de este argumento la podemos ver por ejemplo en este artículo sobre las diferencias de sueldos entre los sexos. Las autoras reconocen que parte de esas diferencias se deben a las elecciones de las propias mujeres pero vienen a decir que esas decisiones no son libres por las normas culturales y el “lavado de cerebro” que sufren desde pequeñas (estoy resumiéndolo mucho y a mi manera). Es decir, si una joven elige hacer enfermería eso sería producto del lavado de cerebro educativo desde pequeña y del estereotipo de que la enfermería es una profesión femenina y que las mujeres son cuidadoras, etc. Lo libre, por lo visto, habría sido elegir filosofía o matemáticas.
Bien, me parece que ese planteamiento (correcto o no) es aplicable también a los hombres. David Alexander, El Terry, era un joven boxeador que falleció a los 23 años en 2015 por los golpes recibidos en un combate que le generaron un hematoma cerebral y un coma. Este boxeador nicaragüense había peleado 3 veces en 50 días para poder ganar así 149$ por combate… ¿Tenemos que concluir que si una chica elige ser enfermera no es una decisión libre y si El Terry decide ser boxeador sí lo es? Los que seguís el blog ya sabéis que no creo en la existencia del libre albedrío pero hasta ahora no había leído nunca que la solución a este milenario problema fuera que las mujeres no tiene libre albedrío y los hombres sí. Es una solución original pero, francamente, no me parece riguroso. Si las mujeres están condicionadas por educación, normas, expectativas, etc., los hombres también. Creer que las mujeres son un agente pasivo sin influencia propia no parece plausible.
Así que plantear influencias ocultas creo que no nos lleva muy lejos. Además…¿dónde nos paramos? ¿Y si los líderes religiosos, por ejemplo, fueron inspirados o influídos por mujeres de su entorno y crearon la ideología porque vieron que había una demanda? En cualquier caso, el artículo de Baumeister y Twenge es una lectura muy recomendable que toca cantidad de temas y que nos da mucha materia sobre la que pensar y reflexionar.
@pitiklinov
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