Hasta ahora hemos hablado de métodos sociales de reprimir la sexualidad femenina, pero hay culturas donde se utilizan otras medidas más drásticas. Se trata de intervenciones quirúrgicas como la ablación del clítoris o la infibulación, procedimientos que reducen directamente la capacidad para las relaciones sexuales. Esta práctica está prohibida en la mayoría de países occidentales pero todavía se practica en países de Africa y Medio Oriente.
¿Quién apoya y perpetúa estas prácticas de cirugía genital femenina? Los datos disponibles apuntan hacia las mujeres. La decisión sobre si una niña será intervenida o no -y cuándo- la toma la madre o la abuela. El grupo de mujeres ve la operación como una señal positiva de estatus y a menudo se burlan de las chicas que no la han realizado. La intervención casi siempre la realiza una especie de comadrona y los hombres suelen ser excluidos de todo el proceso. Las mujeres suelen justificar la intervención con explicaciones inadecuadas como que mejora la salud o que lo requiere el Corán, pero los expertos en las escrituras dicen que no es así. Dicen también que ningún hombre se casaría con una mujer si no lo hace.
La realidad es que los hombres sí se casan con mujeres que no están operadas. El artículo de referencia cita otro trabajos que así lo demuestran y uno de estos estudios, Lightfoot-Klein Prisoners of ritual 1989, observa que las mujeres europeas no operadas son muy apreciadas como esposas por los hombres de países islámicos africanos porque disfrutan más del sexo. Estos hallazgos son directamente contrarios a la teoría de que los hombres africanos prefieren mujeres cuya sexualidad ha sido inhibida por métodos quirúrgicos.
Más en concreto, Shandall estudió una muestra de 300 hombres sudaneses todos los cuales tenían varias mujeres y dentro de ellas por lo menos una intervenida y una no operada. Casi todos los hombres preferían la mujer que no había sido intervenida y en los casos en los que había intervenciones de diferente gravedad los hombres preferían la que había sufrido la mutilación más leve. Los hallazgos de estos autores convergen en que los hombres prefieren mujeres que disfrutan del sexo. Shandall concluye: “alguna otra cosa diferente a la satisfacción sexual de los hombres debe estar en juego en la continuidad de esta práctica”.
Algunos hombres ponen objeciones a la práctica pero las mujeres de la familia suelen insistir en realizar la operación. William y Sobieszczyk estudiaron las actitudes de los padres aunque no podemos asumir que las actitudes de padres y madres son independientes. Aún así la evidencia apoya que la práctica es apoyada por las mujeres. Cuando el padre apoya la cirugía, se realiza en el 100% de los casos. Cuando el padre no apoya la cirugía, el 41% de las madre dice que hará la cirugía. Cuando el padre no tiene opinión, el 97% de las madres quiere realizar la operación. En algunos casos las madres dijeron que el padre no había expresado opinión pero que ellas estaban fuertemente (79%) a favor. Estos hallazgos sugieren que los padres sí tienen alguna influencia pero que la influencia decisiva es la de las madres. Parece que la intervención es controlada por la cultura femenina.
Este análisis, por tanto favorece la teoría del control femenino de la sexualidad femenina. Aparte de estos datos del artículo de Baumeister y Twenge, aquí tenéis datos más recientes de que los hombres se oponen más que las mujeres a esta práctica en los países donde se realiza.
@pitiklinov
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